viernes, 17 de septiembre de 2010

step

Las piedras están mojadas
están frías, duras y mojadas.
¿Acaso están tristes?

Yo creo que sí.

A menos de que encuentren una extraña satisfacción en llorar para que transeúntes, que las consideran alfombras satinadas, siempre tan desconsiderados, resbalen con sus lágrimas y sientan el dolor de sentirse oprimido, pisado, aplastado.

Piedras no lloren,
porque si no, yo lloraré también...

sábado, 11 de septiembre de 2010

Cajones que no uso...

Tengo en mi cajón un recuerdo,
de tierras verdes, soles asesinos y montañas habladoras.
Tengo en mi cajón una caja con aquel recuerdo,
de melodías tristes de un viento trobador y helado
me susurra,
me acaricia
me congela.
ese recuerdo huele a café y canela, sabe a naranjilla y mango.
Tiene unas alas enormes y negras como la noche, una cola larga y turquesa como el amanecer.
Tiene el aguijón mortal de la nostalgia, este recuerdo tan travieso y adredista. Tiene el aguijón certero,
y yo, yo tengo el blanco perfecto.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Chamo, cónchale vale!

Es indignante. Vivir en España sabiendo que reconocen a los de tu tierra como migrantes de rasgos como ellos dicen “nativos” no es un motivo de vergüenza frente a lo que he tenido que presenciar en estos días. El instante mismo en el cual Jorge Enrique Adoum se dispuso a escribir “Ecuador: Señas Particulares”, lo hizo creo, al ver el comportamiento del ente ecuatoriano común en la intemperie, junto a otros entes, sean europeos, africanos, asiáticos e incluso de la misma América, llevándose una idea no sé si decepcionante del comportamiento del ecuatoriano en general. Porque yo vi mucho de lo que Adoum critica en su libro, guste a quién le guste, que describe mejor al ecuatoriano. ¡Y claro!, muchos le han criticado por tomarse esa molestia, alegando a su ascendencia extranjera y sus largos períodos fuera del país como diplomático. Pero ¿cómo se desea describir a la lata siendo el atún que está en su interior?
Nadie mejor que el pescador, que ve desde la superficie a esos ajenos a su mundo para describir el lugar donde mejor cabrán.Recurro a esto porque en España, como becaria y estudiante, convivo con gente de Japón y Venezuela pasando por México, Grecia y Tailandia; de distintas culturas, sabores, colores e ideas dispuestos a forjarse como personas y profesionales. “Afortunadamente” hay muchos ecuatorianos, y va entre comillas porque no sólo fingen demencia por ser de otra ciudad que no sea Quito, sino que buscan vanagloriarse de no estar dentro de su país de las formas más repugnantes posibles; léase cambio de acento.Yo sabía porque lo había oído personalmente, que gente ecuatoriana que había vivido en España durante el auge de la migración, volvía a su tierra con un acento más español que la paella. Como se sabía bien el sector social de donde estas personas provenían (del campo, sin mucha instrucción y con necesidad más que representación) se les justificaba, aunque a regañadientes, claro está.Pero que se te aparezca un ente (no daré su sexo) con una beca igual o mayor a la tuya, con buena fama en su colegio y su Quito natal, dedicado a convertirse en un máster en su carrera, y más que nada lleve tan sólo una semana aquí, te venga saludar y abrazar con acento VENEZOLANO es, el colmo.Ojo, no tengo nada en contra de Venezuela, pero me parece estúpido que si estás en España y no tienes como dicen acá “los cojones” para hablar con el acento que te otorgó tu lugar de natalicio, por lo menos acoge el acento del sitio dónde habitas y no el de otro país visitante. Esta personita, amiguera desde que tengo razón, se fue a vaguear por la vida con chicos y chicas de Venezuela, y cuando nos vimos, sentí que los Joropos de las llanuras del Orinoco se apoderaban de mi sangre, y que en vez de ver a una persona ecuatoriana, veía a una catira venezolana (o como dice el siempre mordaz Andrés López “Venezuela es Miss Universo untada en Petróleo”), cuyas razones o voluntad respecto a este turn over me son desconocidas.
Sea involuntario y adaptación al ritmo de habla de tus nuevos panas, o en peores casos, un deseo de sentirte parte de ese grupo y por lo tanto forzarte a cambiar el cantadito típico, debes tener en cuenta qué es lo que estás haciendo. Quiero creer y esforzarme para que esto no me pase, y simplemente resignada, mirar como de manera cruelmente tácita, hechas de lado el “canguil" por las “cotufas”, siendo supuestamente una suerte de embajador del Ecuador. Como canta Shirley & Co. : "I say Shame, shame, shame, shame, shame, shame, shame, SHAME ON YOU!