martes, 18 de agosto de 2009

Femme Fatale


Hedy Lamarr, Femme Fatale de corazón

Jamás me ha gustado jugar a eso que les encanta a todas.
Jugar a ser la ingenua, la mojigata, el alma bondadosa armada de inocencia.
Me gustan las cosas claras, me gusta saberme informada, me gusta saber que no estoy desubicada y que voy a lograr lo que deseo no sólo con sonreír bobamente, sino con el conocimiento que tengo sobre las cosas.
Una vez hace mucho tiempo, mi hermano me dijo que yo parecía una femme fatale. En un inicio lo tomé como algo extremadamente negativo porque usualmente eso implica una connotación de manipular a los hombres y dejar de ellos una máscara vacía. Pero luego él me dijo que le agradaba que yo sea así. Nunca me dijo porqué yo era así.
Hace menos de un mes, un gran amigo, amigo mío por su inteligencia, y asco gracioso hacia lo que el considera la estupidez, me dijo que yo le recordaba a una femme fatale.
Osé preguntarle por qué y me dio una respuesta satisfactoria. No la diré, no porque sea muy capciosa, subida de tono o algo, sino porque sería repetir algo y botarme flores a mi misma.
Fingir ser una damisela en peligro.
Fingir ingenuidad e inocencia absoluta.
Fingir una sonrisa casta.
Fingir nerviosismo frente a temas "tabú".
Creer que la Paz Mundial se logra con unicornios y azúcar.
Llorar en espera de un príncipe frente a la adversidad.
Naaah, eso no va conmigo.
El estar consciente de sus propias capacidades.
El aprovechar al máximo tus habilidades mentales y ser perseverante.
El ver feo a los mojigatos o los que fingen ingenuidad.
El hablar sin pelos en al lengua.
El demostrar carácter cuando es necesario.
El saber que la bondad no es el único y mejor medio.
Eso me pega. Fascista, crudo y denso tal vez, pero encaja conmigo.
Y eso, según lo que me han dicho bondadosamente,implica ser una femme fatale.

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