Tan finito, delicado, filoso y estirado
tal cual una roja daga ardiente,
clavas tu punzón de verde veneno caliente.
Te mueves hambriento de venganza
caminas sobre tus patas violentas,
porque la paz y la dicha no alcanza
lo que quieren tus metas sangrientas.
Pero mala suerte triste daga roja,
el fuego de tu ira te ha rodeado,
y como te sientes, desesperado
no tradas en voltear de tu historia la hoja.
Esa flama traviesa y cruenta te persigue,
rabiosa como tu poropia esencia y efigie,
y la única forma de sobrevivir al fuego,
escorpión mío, es perder en tu propio juego...
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