Despite mi evidente supletorio en mate, la gente bobalicona con la que debo lidiar en esa cárcel del duende cojo, el sentimentalismo y vulnerabilidad de un pasado y el morboso hostigamiento de mis padres, han sido días agradables.
En primer lugar debo regresar al catorce de mayo, cumpleaños número 17 de mi más querido (por ser el único) esclavo, hermano, parte en común. Garrik.
La pobreza y el amor se hicieron presentes con un Tigretón y tres velas (colaboración de Sam) y la sinceridad grosera de una amistad genuina y nada pirata con las reflexiones del mapache Mila y su cadavérico amigo, el seductor tejón Garrik.
Gracias por cumplir años y hacer que mi día, mi vida cambie.
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