domingo, 23 de enero de 2011

....P...U....N....T....O....S....

De vez en cuando me gusta mucho mirar hacia atrás.
No, para nada, vivir en el pasado es muy distinto a lo que yo hago. Yo sólo me limito a contemplar, no a revivir.
No podría imaginarme sin mirar por encima de mi hombro a aquellas piedras que pisé, y me ayudaron a besar el suelo en esos momentos precisos donde necesitaba el afecto de la razón.
Tal como ahora, hace un segundo como máximo.
Y es que, cuando miro lo que va quedando junto al sello de mis pasos, me gusta más. Se va haciendo pequeño, pequeñito, ínfimo y diminuto hasta convertirse en un punto.
Sí, deja de ser una figura para convertirse en uno de los millones de elementos que forman ese cuadro puntillista que se llama día.
Puede que ya no lo vea tan claro.
No sé su color.
No sé su forma real.
No sé ya donde reposa.
No sé ya bien qué o quién es.
Pero si no estuviera ahí...ese cuadro se sentiría vacío, inacabado, infeliz....
Es mi puntillista mundo de puntos. Y punto.

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